Un conocimiento básico de los métodos adecuados para evaluar un suelo resulta indispensable no sólo para poder elegir la parcela de terreno que debe destinarse a los cultivos, sino también para llevar a cabo las intervenciones necesarias para corregir posibles defectos.
COMPOSICIÓN Y ESTRUCTURA
Constituyentes
- Fracción inorgánica. Representada por los minerales que derivan directamente de la roca madre, presente en el subsuelo, o bien por los depositados por la lluvias, ríos o torrentes
- Fracción orgánica, o humus. Constituida por materiales orgánicos (restos de vegetales y animales acumulados de forma natural o aportados con los abonos) en diversas etapas de descomposición. La degradación de la materia orgánica, que se produce por la acción del agua, de la temperatura, de los microorganismos, se denomina humificación y el producto final se denomina humus.
Composición física o textura
La textura, es decir, las dimensiones de los constituyentes del suelo, determina características como la compactibilidad, la permeabilidad y la capacidad de retención hídrica. Se observa en el suelo toda una gama de tipos comprendidos entre los extremos como <<suelos ligeros>> y <<suelos compactos>>, que resultan de la variabilidad de la relación recíproca entre las <<partículas gruesas>> y la <<partículas finas>>.
Se clasifican como partículas gruesas las que tienen un diámetro comprendido entre los 2 y los 20mm, como la grava o los guijarros, con un diámetro superior a los 20mm.
En cambio, las partículas finas constituyen aquellos con diámetro inferior a los 2mm. Así como la arena gruesa, media y fina (de 2mm a 1/100 de mm), la arcilla (1/100-1/1000 de mm) y el limo.