Las electroválvulas, también llamadas válvulas maestras, son unas válvulas eléctricas que hacen apertura automática dejando pasar el agua a través de las tuberías de riego únicamente al ser activadas por el programador.
Están ubicadas dentro de la tierra en arquetas de plástico, lo que facilita su ubicación y acceso, logrando igualmente que sean seguras para los niños, evitando ser tocadas por estos; aunque sin embargo, las electroválvulas son bastante seguras, pues funcionan con baja tensión, de 12/24 voltios, lo que hace que así estén en contacto con la humedad no habría peligro de electrocución. El hecho de que las electroválvulas estén enterradas, hace que también sean más resistentes a los climas fríos que otros tipos de válvulas que se instalan en la superficie.
Funcionamiento de las electroválvulas
A diferencia de las válvulas comunes, las electroválvulas tienen adicionado a su cuerpo un solenoide, que es el encargado de permitir el paso del agua cuando se activa a través de un programador, que nos sirve para elegir el momento adecuado para regar (día, hora y tiempo de riego).
El cuerpo de la electroválvula posee una membrana que se mueve comandada por el solenoide. Generalmente, la membrana está hecha de un material flexible como caucho. Este facilita el paso del agua y sirve como unión entre el cuerpo de la válvula y la tapa. Esta a su vez se encuentra unida al solenoide.
Entonces el mecanismo de función de la electroválvula es el siguiente:
En el momento que el dispositivo se encuentra inactivo, la membrana está impidiendo el paso del agua a través de la electroválvula. Cuando el programador da la orden de riego, envía la señal al solenoide, el cual mediante electromagnetismo, convierte la energía eléctrica en energía mecánica para así lograr que la válvula funcione, liberando un orificio situado en la tapa de esta, donde se acumula el agua, permitiendo el paso de esta hacia las turbinas o los difusores.